Rodrigo González|Tuxtla Gutiérrez

Amado Ríos Valdez, biólogo mexicano, advirtió que, ante este drama ambiental que colabora directamente con la crisis climática mundial, nada ayuda el uso y abuso político o comercial que se le da a las actividades de reforestación o restauración de terrenos degradados.

Recordó que México ha perdido cerca de 10 millones de hectáreas de bosques, selvas y superficies forestales desde el año 2000 a la fecha, lo que representa alrededor del 13 por ciento de la superficie forestal original del país.

La tasa actual de deforestación, advirtió, es equivalente a 347 hectáreas por día, de acuerdo con datos actualizados a 2024 por Global Forest Watch. Mientras que los estados donde más superficie forestal se ha perdido son: Chiapas, con el 26% de su superficie original; Yucatán, 23% y Campeche con 22%.

Todo ello ocurre, dijo, a pesar de los esfuerzos anuales por reforestar tierras degradadas, tanto desde el gobierno como desde las organizaciones civiles y privadas.

“A esta crítica situación en México, hay que agregarle que, de acuerdo con un informe reciente de la Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales), el 71% de la superficie total del país (142 millones de hectáreas) se encuentra afectada por algún tipo de degradación del suelo”, enfatizó.

Comentó que cada año se realizan campañas de reforestación con mayor o menor convocatoria y se anuncia que se han plantado millones de árboles, sin embargo, alertó: “Sabemos que la mayoría de esos árboles plantados van a morir, pues normalmente la tasa de mortalidad en las reforestaciones es de entre 70% al 90%”.

Destacó que la alta mortalidad de los árboles en las reforestaciones tiene varias causas: falta de mantenimiento, mala elección de especies, del terreno, de la época del año, o la incompatibilidad con el uso del suelo que le quiera dar el propietario del terreno, entre otras.

“Tristemente, algunos oportunistas han convertido la reforestación en una actividad publicitaria y es en esos casos en los que con mayor facilidad ocurren errores que incrementan la mortalidad de la plantación, pues lo que importa para ellos es la foto del momento de plantar el árbol, no el mantenimiento y la sobrevivencia, ya ni hablemos de la elección de las especies y terrenos adecuados”, criticó.

De hecho, mencionó que la restauración ambiental significa “las acciones encaminadas a recuperar total o parcialmente las funciones ecológicas, la biodiversidad y todos los servicios ecosistémicos de los ecosistemas degradados. Esta práctica no se limita a la reforestación, es decir, la plantación de árboles, sino que abarca un enfoque integral que considera la recuperación de todos los componentes del ecosistema, incluyendo el suelo, el agua, la fauna y la flora”.

Si la intención es incrementar las superficies y ecosistemas con fines de conservación en México, aseveró que no es suficiente con reforestar, “lo que debemos es incrementar los acuerdos con los propietarios de la tierra y darle valor económico a la conservación y a la producción con prácticas sustentables, que la conservación ecológica no tenga solo valor moral o sentimental”.

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