David Martínez|Ciudad de México

El día de ayer, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó en claro que confía en que la mejor decisión la tendrán los padres de familia, referente a los libros de texto gratuito que ya se entregan en la mayoría de las entidades, exceptuando los estados de Chihuahua y Coahuila, donde resolverá la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

En ese mismo tema, López Obrador expresó que confía en que los padres de familia deberán incidir en esto, pero de entrada que conozcan que si no se distribuirán los libros de texto gratuitos es porque hay amparos.

Consideró que estas visiones de cuestionar su reparto o quemar libros reflejan “Es muy retrógrada, es medieval, es de la inquisición destruir libros, quemar libros, tiene que ver mucho con el conservadurismo, con la derecha, son acciones “arbitrarias, injustas, tendenciosas, conservadoras y politiqueras”, contra el material educativo actual.

“Así como ellos, no están de acuerdo con nosotros, son correspondidos, bien correspondidos. Con todo respeto no quiero parecen”. Sostuvo que, en su caso, no quemaría ni dañaría ningún libro, aunque fuera de Enrique Krauze.

Y agregó: Me siento orgulloso de estar a favor de los libros de texto. Me siento muy orgulloso de defender la educación pública. Me siento muy orgulloso de no quedarme callado ante el clasismo, racismo, la discriminación, me siento muy orgulloso de no quedarme callado cuando se trata de actos de corrupción o de injusticia.

Si va a seguir este debate que es mucho muy bueno y vamos a ver que van a resolver al final.

Sobre la iniciativa de legisladores morenistas en la ciudad de México que promueven una iniciativa para imponer cárcel a quienes destruyan libros, dijo que esto “tiene que ver más con convencer, persuadir, hay que informar para que la gente no se deje manipular porque es una campaña del conservadurismo. Las ha habido en otros tiempos, desde que se aprobó el artículo tercero de la Constitución.

Recordó las objeciones del conservadurismo contra la escuela pública durante el cardenismo y contra el surgimiento de los libros de texto gratuitos, en el sexenio de Adolfo López Mateos.

Es como si se repitiera la historia porque entonces como ahora, las empresas editoriales cuestionaron su distribución. Sesenta años después se presenta una situación parecida con similitudes en los argumentos en contra.

Para concluir, el presidente sugirió posibles alternativas para que se conozcan los libros como tianguis en esas entidades donde no se van a distribuir por la existencia de recursos legales.

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