Agencia EFE|Chenalhó
Indígenas mayas tsotsiles comenzaron este 21 de febrero en Chiapas las celebraciones del mes de xaiking, el tiempo de fiesta o carnaval que, según el calendario maya, es el mes más corto y marca el fin de un periodo y el inicio del ciclo agrícola.
“Están asociados al calendario maya, el cual tiene 18 meses de 20 días cada uno, más 5 días que nos dan 365 días del año. En esos 5 días se presenta el carnaval, es el cierre de un tiempo”, expuso el antropólogo Enrique Pérez López, en una entrevista con EFE.
Las creencias indígenas se han mezclado con la religión católica, como muestran los tiempos de alegría y rezos intensos en el municipio de Chenalhó, en Chiapas.
Los feligreses sacan a Jesús de Nazareno de su nicho de la iglesia de San Pedro para realizar una procesión y pedir por la paz y tranquilidad del mundo.
“Antes de que los efectos climáticos fueran muchos más intensos, esto marcaban el cierre de las cocochas, el tiempo de descanso, e iniciaban el otro ciclo. Esto está asociado al ciclo agrícola, del carnaval”, añadió Pérez López.
Los hombres y mujeres cargan la imagen de la Virgen y de Jesús en hombros, rodeados de incienso y música tradicional, banderas que simbolizan los elementos de la naturaleza, mientras que los pashiones (autoridades espirituales) brincan lo más alto que pueden para alegrar el espíritu.
Esto es una amalgama de tradiciones, ritos y conceptos mágico-religiosos que hermanan a los pobladores, demostrando que aún su cultura está viva.
“Yo organizo, los dirijo pues, les digo qué se hace durante el cargo de pashión. Todo se hace bajo reglas que están en la memoria, todo lo que haces hoy lo haces el próximo año”, relató José Alfredo Jiménez Pérez, con el rol de Vankilal Caxlán, uno de los organizadores de la festividad.
Más de 36 personajes se unen a esta festividad del carnaval, mientras que el pueblo se convierte en un escenario de teatro con pasajes de la vida real que hacen reír a chicos y grandes.
“Se representa al pie de la letra”, afirmó Jiménez Pérez.
Entre los personajes se encuentran pashiones, músicos tradicionales o k’abinal, los curanderos Kurus Pat y la mujer me’jtsakel.
La autoridad institucional y su cabildo también se unen y son parte de esta festividad, afirmó Abraham Cruz Gómez, presidente municipal de Chenalhó.
El carnaval da sentido de pertenencia y de identidad a los miembros de la comunidad de Chenalhó, por lo que siempre va a buscar la manera de perpetuarse y celebrarse porque es muy importante para la comunidad tzotzil.
“Hasta el año 2022 estamos celebrando, todavía no se han perdido los usos y costumbres, es una tradición, es una cultura lo que están haciendo ahorita”, indicó el alcalde Cruz Gómez a EFE.